LA VUELTA AL MUNDO EN 80 BITS
Este pasado mes de agosto he tenido la suerte de poder realizar un viaje por varios países muy diferentes entre sí: Jordania, India, Corea del Sur y Estados Unidos. Por una lógica cuestión de deformación profesional he prestado especial atención a la situación de todo lo que me encontraba relacionado con los medios digitales y también de forma natural he ido comparándolos entre sí y con la situación que vivimos en España. Esto me ha llevado a intentar desarrollar una visión un poco más variada y compleja de cómo está evolucionando el uso de los medios digitales y en especial los servicios en Internet en lugares tan diferentes del mundo.
De entrada, lo que sí puedo concluir es que el turismo hoy en día no tendría sentido sin el apoyo de Internet y del uso del smartphone en casi todo tipo de situaciones. Esto es algo que ya traté en episodios anteriores, pero que en este caso cobra más relevancia.
Para realizar la comparativa voy a tratar los aspectos que un turista va a utilizar en relación al mundo digital y hablo de turista y no de viajero por otras motivaciones, porque las expectativas y necesidades del primero suelen ser distintas en cuanto a cómo se va a mover y qué servicios va a buscar.
Para ello analizaré la disponibilidad de redes de conexión, servicios de datos para estancias breves, wifis gratuitas disponibles. Luego servicios de información de utilidad para turistas: webs de las principales atracciones, transportes, servicios diversos, etc. También analizaré algo muy importante, el manejo del dinero a través de medios digitales. El acceso a servicios a través de plataformas digitales, como taxis, Uber, Lyft, etc. Compra de billetes para el transporte local, etc. Por último, valoraré el acceso a servicios de entretenimiento de diverso tipo soportado en tecnologías digitales.
Si hay algo que tanto en los cuatro países visitados como en España resulta una constante con un buen nivel es el acceso gratuito a Internet en los aeropuertos. Esto que es algo que podemos agradecer en general se convierte en estratégico cuando llegas a un destino en el que no conoces nada y no sabes bien cómo van a estar las cosas al llegar. Así, ya sea de forma directa o con alguna plataforma en la que te tienes que registrar conseguir una buena conexión a Internet no es problema. Quizás la situación más peculiar y controladora fue en la India, ya que en el aeropuerto de Nueva Delhi tenías que poner en pasaporte en un dispositivo que le escaneaba y después te daba un bono de 400 Mb para conectarte. Cuando terminabas esos datos tenías que repetir la operación. No hace falta que os diga que todo lo que viésemos en ese tiempo estaría controlado de forma personalizada por el gobierno indio. En el resto de los países no se nos exigió identificarnos personalmente para poder conectarnos lo cuál es de agradecer.
Pero en el aeropuerto no puedes estar todo el tiempo y hay que salir. Ahí las soluciones pasan por adquirir una e-sim de datos para estancias breves. Esto es algo que investigué antes de salir de viaje y ante la abundante oferta de servicios escogí varios proveedores según los países que visitaba. Estos servicios usan las redes de los principales proveedores de cada país por lo que la cobertura está garantizada. Lo que no estaba tan garantizado era la calidad de dicha cobertura. Los precios así siempre eran mucho menores que el uso del roaming que te proporcionan las compañías de partida cuando llegan al extranjero que pueden ocasionar una sangría económica a poco que te descuides mirando una mensajería con unas pocas fotos. En los diferentes países pagaba una media de un par de euros al día por una cuota de 500 Mb de datos cada jornada, que para mirar Google Maps, alguna web de información de actividades, usar WhatsApp mandando alguna foto y alguna cosita más era más que suficiente. El resto de cosas menos “urgentes” se podía hacer en las wifis públicas.
La diferencia como anticipaba venía de la calidad de estas redes. Por ejemplo, en Jordania funcionaba, pero se me desconectaban los datos constantemente y tenía que reiniciar la e-sim para que volviesen, lo que hacía de su funcionamiento una auténtica tortura. Curiosamente el alcance de la cobertura era bastante grande incluso en amplias zonas desérticas. Puedo decir que me fue de gran utilidad poder acceder a datos en un país en el que las wifis públicas eran muy escasas, pero técnicamente resultaba muy deficiente por esas desconexiones constantes.
En India fue algo mejor y cuando digo algo, es porque los datos no se desconectaban, pero el ancho de banda era en general muy malo y tardaba todo en descargarse bastante. El resto del viaje cambió mucho respecto a este tema. Lo curioso es que a igualdad de precios la calidad de las conexiones que obtuve tanto en Corea como Estados Unidos fue inmejorable, tanto en cobertura como en ancho de banda. Incluso la mejoría respecto al ancho de banda fue problemática pues al “correr” tan bien la información la tendencia era a ver más y más cosas con lo que algún día me quede sin datos antes de tiempo.
En todo caso, creo que es una gran ventaja disponer de estos servicios en casi todos los países a los que podemos viajar como turistas porque nos aporta un gran valor estratégico en todo lo referente a poder movernos con más seguridad y acceder a todo tipo de servicios en el momento que lo necesitamos. Y lo mejor de todo es que la tendencia es a la mejora continua y abaratamiento de estos servicios por lo que su uso va a facilitar la vida a los viajeros de forma importante. Quizás haya quien prefiera el romanticismo de los tiempos de los mapas y libros guías, normalmente desfasados, para encontrar las cosas, pero la realidad es que ya casi no se ve a nadie con estas herramientas por la vida.
En lo referente al acceso a wifis públicas también se dieron diferencias importantes. En Jordania, excepto en el hotel y en el aeropuerto no tuvimos la posibilidad de acceder a ninguna wifi pública en ningún sitio. Esto añadido a la precaria situación de las conexiones de datos hicieron un tanto problemático el acceso a los servicios de red en esa parte del viaje. Por suerte en los hoteles esta funcionaba razonablemente bien. Las wifis públicas en India seguían el mismo patrón, prácticamente no existían. En un primer hotel en Nueva Delhi funcionaba bastante bien y en un segundo hotel en Agra su presencia era simbólica porque estaba tan saturada que no servía prácticamente para nada. Funcionamos casi todo el tiempo con los datos de la e-sim y como el ancho de banda era tan raquítico pues era difícil que consumiésemos la cuota. El panorama cambió radicalmente en Corea. No solo la web del hotel funcionaba de forma perfecta, sino que además las wifis públicas surgían a cada paso: wifi gratis en el metro, en el autobús, en galerías comerciales, en museos, en calles de interés público, en todas las cafeterías y restaurantes, en casi cualquier lugar que congregaba gente había acceso a una wifi pública gratuita y de calidad. Prácticamente no use los datos de la e-sim porque casi nunca era necesario. En Estados Unidos la situación era parecida a la de Corea, pero no tan contundente ni de tan buena calidad. También dependía de las ciudades en las que estabas, por ejemplo, en Los Ángeles todos los autobuses y transporte público proporcionaban wifi de buena calidad, algo que se reprodujo ni en San Francisco ni en Nueva York ciudades que también visité. En estas últimas dependía de que tipo de transporte cogieses disponía de wifi o no. Por ejemplo, en las estaciones de metro de Nueva York había wifi pero se perdía una vez en tránsito, mientras que en Seúl se mantenía todo el tiempo. De todas formas, aunque no se alcanzase la excelencia de acceso a la red que pude vivir en Seúl, en Estados Unidos poder conectarse a wifis públicas era bastante fácil si te movías un poco. Sin embargo, la sensación que tuve en Corea de que los datos estaban por todas partes resultaba casi estremecedora.
En este recorrido sobre la vida digital en los viajes tienen una mención especial las wifis de los aviones. Un servicio con pocos años de existencia y que en estos momentos parece querer alcanzar cierta consolidación. Parece porque no lo consigue. Durante este viaje cogí once aviones y la mitad de ellos no tenían este servicio. La otra mitad ofrecían paquetes de acceso completamente diferentes en prestaciones y precios. Algunas compañías exigían pago por todo, desde mensajes de texto a diferentes paquetes de megas medidos 5, 10, 25, con precios bastante altos. Por ejemplo, 25 euros por 20 megas en la compañía TAP de Portugal y 3 euros por mensajes de texto, que dentro de lo que cabe no es un precio alto para lo estratégico que puede resultar mantener una comunicación fluida durante un largo vuelo. Otras compañías como Air Alaska daban este servicio de texto gratuito (conozco otras como Air France que también lo dan libre) y luego bajo pago otras modalidades escaladas de acceso a más datos. Luego, sorprendentemente otras compañías como Jet Blue daban acceso ilimitado a la red de forma completamente gratuita. Un acceso que además de gratuito era muy rápido. La lástima es que este servicio lo obtuve en el viaje más corto de todos, entre Los Ángeles y San Francisco de apenas un par de horas de duración.
Lo que resulta claro es que este tipo de servicios se va a ir convirtiendo en uno de los aspectos más relevantes a la hora de elegir compañías para volar con precios similares, sobre todo en los vuelos de largo recorrido. Y supongo que pasará como con los hoteles, que hace años pretendían cobrar por el acceso a Internet, y ahora ni se lo plantean por que de lo contrario quedarían ante los clientes como unos cutres roñosos.
Para terminar esta importante sección del acceso a la red, todo parece indicar una progresiva tendencia a que podamos tener una conexión permanente, global y asequible en la mayor parte de las regiones del mundo. Esto es algo irregular y problemático pero creciente. Aún estoy sorprendido de cómo en el viaje por las planicies desérticas entre Amman y Petra, mantenía el acceso a datos. Quizás precisamente porque las ondas viajan mejor por las planicies sin accidentes orográficos, pero aún así fue una sensación extraña. Creo que esto es una buena noticia porque en nuestra sociedad la capacidad o no de poder acceder a la red supone no quedar fuera de las opciones del desarrollo en cualquier sentido que podamos pensar.
Una vez en los lugares de destino es importante tener acceso a la información de los diferentes lugares que se van a visitar, tanto para comprar entradas, conocer horarios, información referente a dichos lugares, etc. Respecto a este tema en estos momentos podemos decir que se funciona a dos niveles, el de la información independiente a los sitios, que es proporcionada por plataformas globales, como Google maps, Tripadvisor, Booking, etc., y los que proporcionan los diferentes establecimientos, administraciones y organizaciones de los lugares a visitar en sus propias webs.
Lo bueno de las primeras plataformas es que la información proporcionada es la que expresan los usuarios de dichos servicios. Lo malo es que es fundamentalmente caótica y sesgada en muchas ocasiones, cuando no directamente manipulada. En este sentido, hay que tomar toda esta información con la lógica prudencia de considerar una visión promedio de las muchas opiniones sobre servicios muy dispares. Quizás no debamos tener mucho en cuenta una pésima valoración de un museo o atracción concreta porque la persona que valora el servicio está descontenta porque le obligaron a dejar la mochila y el de seguridad no fue simpático con él. O quizás no tenga mucho sentido tener en cuenta una óptima valoración de cualquier servicio atendiendo a razones muy subjetivas como que te dejaron entrar a los perros que no te dejaron en otros sitios. Y así, podemos encontrar valoraciones y comentarios de lo más variopintos que en muchas ocasiones generan más confusión que otra cosa. Pero, de todas formas, puede resultar información útil cuando las opiniones se orientan todas o la mayoría en el mismo sentido respecto a aspectos relevantes del lugar: precio, calidad, horarios, condiciones, etc.
En algunos casos seremos nosotros mismos los que incidamos en la valoración de dichos lugares. Algo especialmente recomendable para señalar aquellos sitios que sencillamente no existen o está indefinidamente cerrados, algo que resulta especialmente problemático en Tripadvisor donde conviven muchos lugares que desaparecieron hace años con los actualmente existentes y nadie hace por borrarlos.
Esto resulta útil sobre todo en aquellos servicios muy establecidos donde podemos encontrar cientos o miles de opiniones y valoraciones, pero es más irregular en otros más nuevos o minoritarios con muy pocas valoraciones, que en muchos casos pueden estar generadas por personas allegadas al lugar. En todo caso resulta inevitable y necesario contrastar la información de los lugares que queremos visitar para que resulten lo más satisfactorios posibles en el escaso tiempo del que solemos disponer para visitar destinos de otros países.
En lo referente a las webs de los lugares a visitar, usar, etc. como se puede imaginar también hay grandes diferencias entre países y tampoco creo que sea necesario que hable de las diferencias de cuáles estaban mejor por países. Si hay algo que tienen en común las webs para turistas de todos los países es que todas aquellas que las administraciones ponen para controlar y gestionar la entrada de estos, son un espanto, una herramienta para disuadir de la entrada y para generar un sentimiento de antipatía recíproco. Recuerdo aún con escalofríos los larguísimos formularios, absurdos y diseñados por un torturador para cumplimentar la petición de la visa en India.
En este viaje he encontrado muchas webs de servicios y atracciones turísticas desactualizados o con solo la información necesaria para vender entradas y poco más, especialmente en India era un tema bastante claro. En realidad, a estas webs acabas entrando más que nada para confirmar horarios y pagar entradas de forma anticipada si es que eso supone alguna ventaja, como evitar colas.
Y es que lo más caro no es montar una web sino mantenerla actualizada, tanto en lo técnico como en su diseño y en la información que contiene. Y eso es algo que se nota mucho en el mundo relacionado con los viajes y la mayoría de las webs quedan pronto desactualizadas en todos los sentidos, también en España.
Creo que en este aspecto es un tema que no está aún claro cuál es el mejor tipo de organización de la comunicación que tienen que llevar a cabo las organizaciones vinculadas al turismo en la red, pues el tiempo que pasas en sus entornos virtuales es mínimo y normalmente insatisfactorio. Y parece que se están perdiendo oportunidades de hacer muchas cosas interesantes vinculando la parte comunicativa virtual con actividades como los viajes.
Quizás la excepción que confirma la regla respecto al funcionamiento de web o aplicaciones relacionadas con los servicios para viajeros son aquellas para utilizar los transportes. Claro que estas no están destinadas solo a los viajeros, sino que son principalmente destinadas a los ciudadanos de las ciudades en las que estás, pero que al final según como se definan resultan de gran ayuda o no para los turistas.
En Jordania y en India el uso de Uber y otras plataformas de vehículos para el transporte local o interurbano fueron fundamentales en mi viaje. Por una parte, nos permitían acceder a servicios de transporte en cualquier lugar, nos evitaban entrar en engorrosos y poco fiables procesos de regateo con los conductores y evitar también la necesidad de estar manejando dinero en metálico. En general Uber funcionó muy bien a todos los niveles en estos dos países. Era más caro que acceder directamente a otro tipo de servicios, pero al nivel de precios de estos países se podía asumir sin ningún problema y el plus de tranquilidad de que ibas a aparecer en el lugar de destino sin más complicaciones era un plus de gran valor.
Tanto en Corea como Estados Unidos, estas plataformas también funcionaban muy bien, pero la existencia de redes de transporte público mucho más efectivas y cómodas eran alternativas interesantes por suponer precios ya mucho más asequibles.
Hay que tener en cuenta que un Uber para cubrir una distancia de unos cinco kilómetros en India podía suponer 1,5 euros, en Jordania, 5 euros y en Corea y Estados Unidos 20 euros. Y en estos dos últimos países la posibilidad de utilizar otros recursos para moverse era mucho más interesante. Lo que era diferente era la forma de pagarlos. En Corea era sencillo, comprabas una tarjeta que usabas para todo el transporte público pero que luego tenías que recargar con dinero en efectivo, no podías recargarla con tarjetas bancarias, lo que me resultó sumamente extraño en aquel país tan digitalizado a todos los niveles. Entiendo que será algo que tendrán que cambiar porque en sí es una idea bastante absurda. Por otra parte, la aplicación que en Corea sustituía a Google Maps, que no funciona por motivos de seguridad en su litigio con Corea del Norte, Kakao Maps es un programa que funciona muy bien para seguir el funcionamiento del sistema de transporte.
En Estados Unidos encontré diferentes sistemas en cada ciudad. Algunos más amigables con los viajeros y otros menos. Por ejemplo, en Los Ángeles iba siempre loco para conseguir cantidades exactas de billetes y monedas para introducir en los autobuses porque la aplicación de pagos no funcionaba si detectaba que el móvil era de otro país. Sin embargo, en San Francisco la aplicación sí que se podía usar por los visitantes. En Nueva York podías pagar directamente con las billeteras electrónicas de Android o IPhone, o usar las aplicaciones tanto para transporte urbano como interurbano con New Jersey.
El tema del transporte es quizás el más estratégico en lo referente a los servicios a utilizar por los viajeros. Es importante señalar el papel estratégico que también juega Google Maps en este tema, no solo mostrándonos que posibilidades tenemos para movernos, sino que además nos muestra en tiempo real el movimiento de autobuses, trenes y metros para saber cuando vienen o dónde estamos, además de en muchas ocasiones de enlaces a los medios electrónicos necesarios para poder pagar.
Así, como en otros temas, la tendencia en el pago de los transportes es a ir eliminando el dinero en metálico, pero de momento, este tiene una presencia importante incluso en los países más desarrollados.
Algo que puede resultar confuso al plantearlo, es el tema de utilizar atracciones digitales a la hora de visitar otros países. Podríamos plantearnos, para qué visitar otro país si una atracción digital es muy fácil trasladarla a cualquier lugar. En cierto modo esto es así, pero al mismo tiempo no lo es, sobre todo cuando todo está integrando en otras infraestructuras culturales.
Aunque las visitas a los lugares arqueológicos de Jordania, tanto en Amman como en Petra, así como los impresionantes monumentos de Nueva Delhi y Agra fueron alucinantes y maravillosos, no había presencia de ningún elemento digital que ampliase o recrease algún tipo de información o historias sobre esos mundos históricos. Como curiosidad en Ammán vi que en un museo de carros de combate había un stand muy grande del videojuego World of Tanks al que juego desde hace bastantes años, pero estaba cerrado y no había noticias de si lo iban a abrir.
Este tema cambió de forma radical en Seúl. De alguna forma esta ciudad se expande en sus manifestaciones digitales. Por una parte, las pantallas proliferan en todos los rincones de la ciudad, tanto en exterior como en interior. No hace falta recordar que Corea del Sur es uno de los principales productores de pantallas de televisión del mundo. Pero aparte, dichas pantallas se integraban con el medio de una forma sorprendente: integrándose con la forma de los edificios con pantallas gigantescas que hacían que el aspecto del conjunto se transformase, integrándose entre el mobiliario urbano de estaciones de metro o cualquier otro lugar imaginable.
Esa integración de lo digital y lo físico seguí encontrándomela en muchos lugares de Séul. Mi mismo hotel estaba muy digitalizado, con una recepción automática atendida por dos simpáticos robots y como contrapunto dos tiranosaurios aparecían del otro lado de la recepción desde algún portal de teletransporte temporal en algún lugar del inframundo digital.
También pude conocer cafeterías que integraban videojuegos proyectados en realidad aumentada en sus mesas, diseñadas como auténticas ludotecas, de carácter algo infantil, eso sí.
En todos lo museos que visité en Seúl y visité unos cuantos la existencia de elementos de proyección inmersiva, pantallas de 360º, juegos interactivos para introducir en las experiencias de información que se mostraban y muchas otras fórmulas para extender ese conocimiento de formas muy imaginativas. Aparte tengo que mencionar las abundantes exposiciones permanentes o provisionales sobre temáticas de cultura digital, como arte y NFTS, videojuegos en sus aspectos más creativos y muchas otras de carácter mixto que iban desde crear la imagen de un nuevo artista K-pop a diseñar un jardín virtual.
Esta abundancia de manifestaciones culturales en formato digital tenía un elemento en común que vería en menor medida en Estados Unidos, y es el de un carácter muy educativo, participativo en desarrollar la creatividad. En este aspecto no eran solo entretenimiento, sino que había una clara intención de integrar estos medios como una forma natural de aprender y crear que luego se podía proyectar o enlazar con otros entornos. En cierto modo podría decirse que los coreanos están integrando las formas de expresión digital en sus numerosas dimensiones en su cultura como un elemento troncal más, a todos los niveles y con gran aprovechamiento de su potencial.
En Estados Unidos lo que vi fue diferente. En algún museo, como el de diseño de Nueva York, si que había unas mesas interactivas en las que podías ensayar diseños de todo tipo con herramientas muy creativas y proyectarlos en pantallas o imprimirlos, lo cual resultó una experiencia muy interesante. Pero aparte de estos casos aislados casi todo lo que vi fueron franquicias de experiencias en realidad aumentad y virtual de carácter espectacular y pasivo para el usuario, que me abstuve de probar porque eran temas que ya conocía de otros lugares. Y aparte del punto visualmente orgiástico, aunque ya nada original de Times Square, poco más. Supongo que en los parques temáticos habrá muchas innovaciones en este sentido, pero no considero que ese tipo de experiencias supongo una extensión a la vida cotidiana como uso de medios digitales.
Sin embargo, en Estados Unidos sí que tuve la posibilidad de conocer de primera mano un tema que no está tanto centrado en lo digital como comunicación, información, entrenamiento sino como utilidad directa. Me refiero a los robots.
Llegué a San Francisco el diez de agosto, y fue el once, cuando su ayuntamiento autorizó de forma generalizada el uso de los taxis autónomos que ya llevaban tiempo ensayando sin poder ser utilizados. Y el día once pude ver taxis sin nadie al volante con pasajeros a bordo. La verdad es por lo que pude comprobar los vehículos autónomos de las dos compañías que funcionaban allí, Waymo de Alphabet, y Cruise de Chevrolet, se movían con mucha soltura por las abigarradas calles de la ciudad. Si la experiencia funciona bien no dudo que esto se extenderá por muchos lugares del mundo a corto plazo.
Menos ágiles me parecieron los robots de reparto On-Delivery que pude ver en Los Ángeles y que tienen actividad en algunas de las principales ciudades de Estados Unidos. En principio los vi muy torpes en sus movimientos, vi que alguno iba y venía sin decidirse que camino tomar y sobre todo los vi muy vulnerables, teniendo en cuenta que la calle por la que vi más estaba tomada por homeless, muchos de ellos en un estado físico y mental lamentable. Serían más útiles los temibles perros robóticos de Boston Dinamics, pero no creo que resultase económico como medio de reparto de hamburguesas.
También pude ver el prototipo de robot humanoide de Tesla, eso sí, parado en un escaparate. Y la verdad es que su aspecto es algo inquietante porque recuerda a los de muchas películas algo siniestras.
La cuestión es que parece claro que en Estados Unidos el tema de los robots es un asunto que progresa de forma imparable y seguiremos viendo muchas más cosas en los próximos meses. De momento aquí en Europa parece que solo seremos espectadores.
Y bueno, hasta aquí hemos llegado con este viaje por la capa digital del pequeño mundo que pude visitar este verano. No es en absoluto representativo del conjunto, aunque el contraste de cuatro culturas, islámica, hindú, orienta y norteamericana con diferentes niveles de desarrollo económico e intereses diversos, nos puede dar una visión añadida a las que ya tenemos respecto a cómo está evolucionando nuestro mundo en estos temas.
Si tienes experiencias respecto a estos temas de tus viajes recientes sería muy interesante que nos los contases en los comentarios para poder agrandar nuestro conocimiento. Muchas gracias una vez más por esa participación y por llegar al final del episodio. Nos escuchamos de nuevo en unos días.